El beso (5)

Para enterarte del cuento lee todas las partes: 1,2,3,4 y 5 de forma correlativa. Gracias. BC

Y ya estaba de regreso el Beso hacía Sevilla “la novia de las ciudades de Al-Ándalus”. Llegó a la Giralda, de donde había salido y desde allí, contempló como toda la ciudad estaba transformándose. El Guadalquivir bajaba cantando, pues sus aguas estaban hermosas y limpias.

Desde el barrio de Santa Cruz, subía hasta lo alto un intenso aroma de azahares. Y se podía beber el aire de Sevilla. Con sus paredes blancas y ocres, sus plazuelas con naranjos y sus callejas flanqueadas de casas con rejas de hierro forjado y patios interiores.

El parque de María Luisa, repleto de cedros, palmeras, magnolias, plátanos… estaba resurgiendo y tomaba un infinito matiz verdoso, que se desconocía. Todo estaba vivo.

El Beso preguntó a Sevilla la razón de la Fiesta, pues él tampoco la sabía. Y Sevilla no le contestó, pero le dijo: – Ven, te voy a enseñar más cosas – Y le mostró los Alcázares cuajados de panderetas. Y la Plaza de España que bailaba, vestida con traje de volantes. Y la Feria de abril con sus desfiles de caballos andaluces. Y el gazpacho y el pescaito frito. Y un arranque de alegría que se clavaba en todos los corazones.

– Y ahora – le dijo Sevilla al Beso – Mira en derredor tuyo y arriba. Ahí tienes la razón de esta Fiesta. Andalucía es la novia y el Amor el novio.

El Beso miró a su alrededor y hacía arriba y hacia abajo. Y vio como todo estaba inundado con una suave fragancia de estrellas. La luz era inmensa y los colores más vivos que nunca. El AMOR se extendía apaciblemente por cada rincón de las ocho provincias españolas. Había llegado el novio y estaba besando a la novia… ¡Andalucía, bailaba por sevillanas…! Fin

EL BESO (Fragmento de un cuento del libro 6 CUENTOS DEL AGUA de Berta Carreres). Segundo premio literario de la Universidad de Málaga, año 1986

EL BESO (4)

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Estaba a punto de descender, cuando notó algo extraño en el aire, algo encantador y hechizante. Se quedó un poco como mareado y por poco no se cae de bruces contra el suelo. La ciudad se mostraba cobijante y amorosa al pie de la Sierra Morena. Y sus ojos vigilantes, observaban con atención las callejas con pequeñas casas encaladas. Las ventanas adornadas con rejas floridas de geranios o el museo municipal taurino y de arte cordobés.

Córdoba era una madre romántica, que gustaba de la contemplación. Y se pasaba horas enteras, ensimismada en los acontecimientos de la ciudad o en su hermosura.

El Beso le tocó el hombro, la sacudió con fuerza en la espalda, pasó por delante de sus narices, pero no hubo manera de sacarla de su ensimismamiento. En aquellos momentos, mamá Córdoba contemplaba un lance de Manolete en el recuerdo y al mismo tiempo, se preocupaba de que las hileras de naranjos y palmeras de la Mezquita tuvieran el suficiente afecto para crecer. Repasaba pacientemente y una a una, las ochocientas cincuenta columnas de mármol, jaspe y granito con sus arcos, por si habían sufrido algún desperfecto.

Los jardines con numerosas fuentes y surtidores estaban excelentemente cuidados, así que ¿por qué preocuparse? – se dijo el Beso – y como no hubo modo de hacerla volver de su ensoñación, le dejó una nota que decía: – “ya veo que estás preparada para la Fiesta, solo que… ¡tienes que despertar!

Le había costado bastante esfuerzo el tratar de despertar a nuestra madrecita, pero el Beso dorado, pronto se repuso y siguió su camino.

Llegó a un puerto pesquero con un gran ventanal, que daba al Atlántico. Un rumor de olas fuertes y bravas y un olor a sal y a yodo, le alertaron que se encontraba ante Huelva, la última de las hermanas a visitar. En este lugar estuvo poco tiempo, pues inmediatamente tomó contacto con la ciudad andaluza y le dio el mensaje que traía. Huelva hizo lo mismo que sus compañeras, se puso a trabajar con ahínco, buscando las mejores galas para la Fiesta.

EL BESO (Fragmento de un cuento del libro 6 CUENTOS DEL AGUA de Berta Carreres). Segundo premio literario de la Universidad de Málaga, año 1986

EL BESO (3)

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El dorado Beso mensajero, al llegar a otra ciudad hermana, tuvo un ligero percance. Y fue que, sin saber cómo ni porqué, de repente se encontró en medio de los viñedos que, se extienden por las colinas que rodean Málaga… y claro, comenzó a aspirar y probar esta clase de fruto hasta que salió de allí, como nuestro amigo Baco, un poco tonadillero.

Así que subir el castillo de Gibralfaro, situado en la cima de la colina que domina la población, fue una empresa harto trabajosa. Tuvo que bajar de nuevo, porque Málaga se encontraba precisamente, al fondo de una amplia bahía.

Cuando Málaga descubrió al Beso, se echó a reír y la doble muralla de ladrillos crujía jubilosa, entre la vegetación de palmeras y cipreses. El Beso avergonzado, se fue hacia el río y se zambulló en sus aguas durante un rato, hasta que se le hubo pasado la borrachera.

Luego regresó y habló serenamente con Málaga. Esta contuvo su risa y le escuchó atentamente. Comenzó a trabajar enseguida. Convocó una asamblea y comunicó, que se había de preparar la ciudad para una gran fiesta.

Todo el mundo hizo preguntas al principio, pero al no tener respuestas, se contentaron y optaron por colaborar.

El palacio con sus patios floridos y los pabellones miradores. Los arcos poli lobulados, los techos artesonados, el estuco trabajado, el paseo del Parque a lo largo del puerto, el río Guadalmedina, los viñedos, el antiguo barrio de pescadores el Palo. Los jardines del Retiro en Churriana y hasta la Cueva del Tesoro, con sus pinturas rupestres, se llenaron de color y alegría. Y se engalanaron para la hermosa y enigmática fiesta.

– Aquello sí que era entender las cosas deprisa – dijo nuestro amigo el Beso. Y se marchó muy alegre a otra ciudad.

EL BESO (Fragmento de un cuento del libro 6 CUENTOS DEL AGUA de Berta Carreres). Segundo premio literario de la Universidad de Málaga, año 1986

EL BESO (2)

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Y el Beso siguió caminando. Llegó a Almería y se zambulló en las aguas del Mediterráneo. Luego alcanzó la bahía y contemplose el rostro en aquel hermoso “espejo de mar”. Se deslizó despacio por entre las callejas tortuosas, por sus casas cúbicas encaladas, por la ciudad vieja y el barrio de la “chanca”, con sus pequeñas casas de todos los colores. Y luego desplegó sus alas y voló hacía la Alcazaba. Y le dijo al oído a Almería: – Prepárate, pues vamos a celebrar la fiesta más grande y más bonita de todos los tiempos. Y Almería ni corta ni perezosa preguntó: – ¿Qué fiesta es esa?

– No te puedo contestar, pues yo tampoco lo sé – Dijo el Beso. Y Almería comenzó a ponerse hermosa. El agua de las fuentes y los estanques de la Alcazaba, comenzaron a cantar como nunca, corriendo juguetonas entremedio de las adelfas y buganvillas. El valle del río Andarax, dejó que el perfume de azahar de sus naranjos se extendiera jubiloso, hasta llegar más allá de las Alpujarras.

Y así, el Beso de Sevilla se fue alejando, mientras Almería, trabajaba con ahínco en la preparación de la Fiesta.

Llegó el Beso a un bello paisaje de valles de tierra rojiza, plantados de olivos y saludó a Jaén, la ciudad vieja con techos de tejas rojas y rosadas. Se enredó en sus faldas y la hizo bailar de alegría. Le contó lo que quería y Jaén desde su fortaleza, contempló cuanto le pertenecía. Miró al Sur y vio la Sierra Nevada. Y luego dirigió su vista al Norte y alcanzó con ella la sierra Morena. Quedó satisfecha con aquella contemplación. Y una lluvia de pétalos de rosas, comenzó a brotar de su regazo, alcanzando toda la ciudad.

El Beso se alejó de allí contento, pues iba cumpliendo bien su encargo. Al poco llegó a una bahía de plata. Desde lo alto de las cúpulas de la catedral de Santa Cruz, agitó su pañuelo de ensueño y Cádiz despertó de su embrujo. En aquellos momentos “El Amor…” de don Manuel de Falla volvía a la vida, envuelto en sonidos celestes, que adornaban tanto, como los más costosos adornos. Y Cádiz se colmó de luz y embrujo. Y sus jardines y parques verdearon y florecieron, como por arte de magia. ¡Era la fiesta!

EL BESO (Fragmento de un cuento del libro 6 CUENTOS DEL AGUA de Berta Carreres). Segundo premio literario de la Universidad de Málaga, año 1986

EL BESO (1)

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Andalucía bailaba por sevillanas y el río Guadalquivir, enarboló con su traje largo de aguas, una danza de alegría, que invitaba a toda gente a unirse a la “fiesta”.

Con un beso de oro lanzado desde la Giralda, Sevilla llamó a sus hermanas. Y el beso voló y se posó, primero en Sierra Nevada, sobre el valle del Darro. Subió la cuesta del Albaicín y se encontró con la Alambra.

Allí vivió una de las mil noches soñadas, contemplando los rebuscados arabescos de los techos y los leones de alabastro del patio, los jardines del Generalife, los curtidores, las piedras iluminadas de cálidos tonos, en un atardecer de primavera.

El Beso que provenía de la Giralda, llamaba a Granada. Se enredó en su pelo y le contó que debía prepararse para una fiesta, la gran fiesta. Y Granada le preguntó –¿Qué fiesta?
Pero el Beso no dijo nada, solamente que él tampoco sabía de qué fiesta se trataba.

Granada tomó su armario repleto de sorpresas y sacó multitud de galanuras. Sacó una cinta de guirnaldas y la enredó por la antigua fortaleza. Compró en la Alcaicería seda de las Alpujarras e hizo vestidos para los niños del Sacromonte.

Le dijo al Moro que cesara de llorar, pues tenía que asistir feliz a la fiesta. Y al pronto, el collado dejó de suspirar. Así de convincente era Granada.
Y el Beso siguió caminando…

EL BESO (Fragmento de un cuento del libro 6 CUENTOS DEL AGUA de Berta Carreres). Segundo premio literario de la Universidad de Málaga, año 1986

La niña de papel

La niña era de papel y se arrugó y se cayó en la papelera.

La señora de la limpieza la recogió al día siguiente y la llevó a su casa. La planchó y se la dio a su hija para que jugara. Hicieron una cometa con ella y la pusieron a volar.

La niña de papel se vio envuelta por los aires y llamó a su Padre: -“Padre Dios, dame alas para que pueda ir a verte”.

El Padre Dios dio un impulso al viento, que hizo que el hilo de la cometa se rompiera.

Y la niña voló en brazos de una mariposa azul, hasta la cuna que su Padre le tenía preparada.

Cuento corto que forma parte de 24 más que componen el libro “De Amor y sombras” de Berta Carreres, publicado en Amazon.es

La niña de papel

La cabra montesa

Érase una vez una cabra montesa, que vivía muy feliz en unas colinas. Tenía mucha hierba para comer y era libre. Un día vino un hombre y se la llevó a la ciudad y allí le dio estudios, le enseñó el arte del comercio y le mandó hacer la primera comunión.

La cabra no se adaptaba muy bien, pero no tenía más remedio que quedarse con el hombre, porque éste le había puesto al cuello una cadena de oro, labrada con brillantes.

Cuando hubo terminado el bachillerato, la cabra se echó un novio y al poco tiempo se casó y se marchó de casa del hombre. Vivió feliz con su amado marido, hasta que se dio cuenta, de que ella, no había nacido para freír croquetas todos los días y limpiar culitos de recién nacidos. Y entonces se echó un amante.

Al poco tiempo, vio que el amante tampoco le servía para nada y que este cochino mundo la estaba dejando majareta, con sus mentiras y sus estupideces.

Así que tomó la decisión de viajar, por los espacios infinitos de su imaginación y se hizo escritora.

Trepó por las laderas más rocosas de la fantasía y trajo consigo, las más dispares historias…y un día, se encontró con el Amor cara a cara. La envolvió una suave brisa, que no pudo olvidar jamás. Recibió las caricias más sublimes, que nunca hubiera soñado. Conoció el llanto y la risa. Y se hizo dueña de sí misma con tanta ternura, que el corazón se le salía del pecho.

Entonces, la sociedad de postín, comenzó a mirarla con malos ojos y unos gruñían y otros lloraban por su alma pecadora.

– ¡Pobre cabra! – decían los más cercanos a la santidad. Y don perfecto y doña perfección comentaban con sus buenas lenguas.

– ¡Si ya lo decía mi santa madre… las cabras… siempre tiran para el monte!

Así que la cabra se fue quedando sola, exceptuando la compañía de los que la amaban de verdad.

Pero ella se había dado cuenta, de que, en esta vida, es mejor ser legal y no una apariencia. Vivir el propio destino y no el de los demás. Y que a veces, es preferible ser demonio y ser tú mismo, que ángel para complacer y recibir el amargo y escaso cariño, que otros te ofrecen.

La cabra se estaba quedando sola, aparentemente. Pero lo importante, era que no le tenía miedo a eso que llevaba dentro, aunque fuera un espíritu de cabra, que siempre tira para el monte. Año 1.991

Este es uno de los cuentos del libro “De Amor y sombras” de Berta Carreres. Lo puedes encontrar en Amazon.es

La razón

Había una niña jugando en un jardín, de pronto vio el Amor en el aire y dejando su juego, alargó la mano para atraparle. El Amor se deslizó por entre sus dedos y volaba y volaba. Rozaba sus cabellos y le daba besos en los labios, jugaba al escondite con ella, y ella a la gallina ciega con él. La Naturaleza toda se regocijaba con aquella estampa. La niña y el Amor jugaron juntos hasta que vino la Razón vestida de nodriza y se llevó a la niña de la mano. Enero 1987

La llama de fuego

Una hoguera estalló de risa en un puente de gitanos. Y una de sus llamas fue a parar al corazón del viento, que pasaba por allí. El viento se estremeció al sentir tanto ardor en su pecho. Y se preguntó: ¿Qué puede ser esto? Pero nadie le contestaba. Se enfurruñó y siguió su camino. Al poco tiempo, mientras dormía, cayó una tormenta y apagó la llama. Se estremeció de frío esta vez y supo lo que había perdido. 1991 – Libro “De amor y sombras” de Berta Carreres